martes, 13 de julio de 2010

Sin palabras ...

Gracias Dios porque hoy me consentiste, mucho más que siempre. Gracias de verdad, más aún porque muy probablemente no lo merecía. Es sumamente grato e igualmente curioso que esas pequeñas cosas y en este caso inexplicables te impulsen a querer retomar la fuerza que a veces necesitas.

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